" En la vida te esperan cosas maravillosas". Estas palabras llegaron a mi mente un día cualquiera de cualquier año hace mucho tiempo atrás.. Cuando estaba encerrada en las sombras, cuando mi alma estaba llena de nudos que no podía deshacer.
Siempre tuve una sensación extraña cuando era niña y me sentía triste, sola, había algo que me acompañaba, pero yo no podía escuchar. No oía sus sabias palabras de aliento, solo aquellas que venían de la oscuridad de mi mente, palabras duras, palabras que se clavaban en el fondo del alma, y que venían directamente de mi...Y solo cuando jugaba, me sentía mimada, querida, desaparecían. Pero cuando volvía a estar sola aparecían de nuevo, por las noches, antes de dormir, en forma de vividas pesadillas y escapes involuntarios.
Las primeras palabras que me creí de veras, vinieron de otro sitio...yo no era quien pensaba esas palabras...Pero las cogí, las guardé y cada vez que me sentía abrumada, saturada, ansiosa, triste o sola...me las repetía "En la vida te esperan cosas maravillosas".
Mi "acompañante" había empezado a hablarme...
Fue difícil aprender a discernir que palabras venían de mi, cuales venían de la parte oscura de mi alma, cuales eran de la parte luminosa y cuales de "mi acompañante".
Fueron muchos años reprimiendo algo que me daba un miedo atroz. Yo sabía lo que sentía...Sabía que alguien se comunicaba conmigo, que estaba guiándome cuando estaba a punto de caer en el abismo. Alguien en algún lugar estaba ayudándome a hacerlo "sola". Pero lo reprimía y lo enterraba en el cajón porque no lo entendía. Y allí lo fui dejando.. El volvía de vez en cuando, podía sentirlo. En forma de palabras o en forma de emoción intensa. O sentándose sutilmente a los pies de mi cama.
Peor aunque dejé de prestar tanta atención a mi acompañante, descubrí que las palabras, me darían el poder. Que eran la clave para deshacer los nudos, cerrar de una buena vez las heridas...las palabras que llegan a mi mente me guiaban. Y allí empecé, volviéndome un poco loca y haciendo que la parte oscura y la luminosa tuvieran serios debates, y me di cuenta de una cosa. La parte oscura no necesitaba más ayuda...no le hacía falta más negatividad, porque era pura sombra. Siempre había vivido allí, y las conocía a todas...a la rabia, a la ira, al desprecio, al abandono, a la tristeza, a la apatía...estaban siempre conmigo, pero cuando empecé a hablar a la luz las sombras cada vez se iban callando más.
Y aparecieron las luminosas, el optimismo, la alegría, la ilusión, la esperanza, el amor...y durante un tiempo fueron ellas mi compañía, salvo cuando las sombras aparecían de nuevo y yo tenía que hacerlas callar. A veces no podía...Las palabras en mi mente estaban muy charlatanas...con sus "no puedos", con sus " no soy capaz", sus "eres horrible", sus " no vales para nada", y mientras las luces batallando con sus " si puedos", sus "lo conseguiré" sus "no podrás pararme". Las batallas eran arduas, eran intensas, mi energía se quemaba al viento...Pero casi siempre, acababan ganando las luces esas guerras en mi cabeza.
Y entonces la vida me fue llevando poco a poco a mi lugar, a mi " hogar". Empezó a premiarme con más palabras: autorrealización, orgullo, fuerza, ternura.. Mi lado luminoso cada vez tenía cada vez más poder gracias a mis pequeños maestros y aliados, los niños.
Como buena alumna, traté y trato de aprender de ellos. Y descubrí que podía sentir sus emociones. Y me di cuenta gracias a mi amiga la tristeza, que yo sentía en esa niña cada vez que calmaba su llanto y la cogía de la mano. Descubrí que también estaban la rabia, pero por debajo estaba la tristeza. Pocas veces se puede sentir tristeza en los niños. Porque me di cuenta de que son felices por naturaleza, que son todo luz, y nada de sombra, son el futuro, y no suelen estar tristes, pero a veces lo están. Yo lo estuve también, empecé a comprender...Me di cuenta de que podía sentir la alegría, la ilusión, la risa, sus carcajadas, esas palabras a las que no les damos la importancia que se merecen. Estando con ellos, era difícil no sonreír. Y lo sigue siendo...
Pero las sombras siempre vuelven, los fantasmas del pasado siempre están ahí...y volví a quedarme sin energía, a desfallecer, y dejar que el lado oscuro tomase el control...Y aparecieron la culpabilidad, el rencor, el odio, la agresividad...que siempre habían estado escondidos pero presentes...silenciados pero con su voz en off siempre cerca.
Y hubo que volver a empezar el diccionario, una u otra vez, hasta que estuvo hecho del todo y las luces y las sombras fueron tomando lugar...Y vi que había tantas palabras...vi que las luces y las sombras eran casi las mismas en numero, y que podía darles una misión a cada una, podía unirlas y hacer que cooperasen , que se ayudasen y acabasen las batallas, que hubiese paz en mi...por fin...
Le dije a la rabia que fuese siempre con la paz. Al miedo lo puse junto a la valentía. Al dolor, al lado del placer. El amor, con el odio... Y cuando el amor se dio cuenta de que en el había odio, y odio se dio cuenta de podía albergar amor en su interior dejaron de pelearse. Todas las palabras se reconciliaron las unas con las otras, todas tenían su lugar, su puesto, y su misión.
La tristeza era la encargada de profundizar, el dolor debía descargar la enfermedad, la rabia debía estar preparada para cuando se la reclamase para hacer algo grande, para empujar.
La que más responsabilidad tenía, era la transparencia, que iba siempre con la opacidad, y debía regular el modo en que las palabras oscuras y las luminosas debían verse la una a la otra. Casi siempre trabaja más la transparencia, la opacidad está en reserva para cuando necesite curar una herida del alma y tenga que protegerme durante un tiempo...
Y desde que las emparejé, fue cuando deje de oírlas a todas horas...ellas habían aprendido a disfrutar de la paz y el silencio tanto como yo. El diccionario sigue creciendo cada día, más palabras, que siempre están ahí...esperando a que les demos su lugar.
Ya sabéis que las palabras, no son solo palabras, son más que eso, son emociones, sentimientos, impulsos, intuiciones...todo son palabras. Y hay que escucharlas todas para saber...como darles su lugar. Y si por casualidad, echas alguna palabra...que sepas que volverá, así que mira a ver si es que está muy aburrida y le da por hacer de las suyas...
¡¿Y mi acompañante? Nunca llego a irse, pero solo viene si le necesito, el sabe cuando. Solo para recordarme que siga creyendo en ese algo más que no puedo ver, pero si sentir, tocar y vivir...que siga buscando mi esencia, y que mi diccionario este siempre abierto a nuevas palabras. Y ahora si que le escucho, siempre...