La verdad, cada día estoy más convencida de que los ingredientes de la vida son variados, numerosos y confusos.
Quería hacer un gran pastel pero no se si tengo muchos de estos ingredientes. En fin, la receta es así.
Para la masa:
1 kilo de paciencia.
Un gran puñado de valentía.
Una dosis sana de precaución.
Una cantidad equilibrada de autoestima y autocompasión sana.
Una taza de lágrimas de alegría, euforia, risa o felicidad.
Una taza de lágrimas de tristeza, rabia, decepción o frustración.
Una pizca de picardía.
Dos tazas de optimismo.
1 sobre de esperanza.
Para decorar (glaseado)
Una gran cucharada de esencia de sonrisas.
Una taza de cariño.
Fideos de empatía y de ilusión al gusto.
Lo que una buena repostera debe hacer es buscar primero los ingredientes. La mayor complicación de esta tarta es que los ingredientes no se pueden comprar. Son ingredientes que en el fondo todos tenemos pero parece ser que no siempre en las cantidades adecuadas.
Podemos conseguir los ingredientes de dos formas:
- Trabajando en nuestro interior para conseguir las cantidades correctas.
- Pedir o absorber más cantidad de los demás, o bien reducir nuestras cantidades aportando parte de ellas a los pasteles de otros.
Por eso, este pastel de la felicidad vital, es definitivamente muy complicado.
Veamos, me falta paciencia, eso está claro. Pero eso no es problema, conozco a personas que pueden enseñarme como ser paciente, de ellas conseguiré la parte que me falta. Y si me quedo corta, yo pondré la que falte aprendiendo a esperar.
Un gran puñado de valentía. Creo que tengo la cantidad justa de valentía. Que no llega a ser temeridad ni miedo paralizante. Y no es que no tenga miedo. Pero precisamente por eso tengo la valentía, porque solo se puede ser valiente cuando se tiene miedo.
Una dosis sana de precaución. Esto si que tiene lo suyo. Especialmente en mí, yo no se que pasa pero o me paso o no llego. O soy tan cauta que me pierdo cosas, o tan loca que me pasa de todo. Aún estoy pensando como conseguir la cantidad justa y necesaria. Usaremos la que hay y a ver que sale...
Autoestima y/o autocompasión sana, Ambas son importantes porque van a ser las que harán que el pastel este esponjoso y se pueda comer. Si echas solo autoestima, el pastel se subirá demasiado pero en algún momento bajará y se quedará aplastado. Si solo echas autocompasión, el pastel ni siquiera subirá. Hay que encontrar el equilibrio perfecto. Pero como a veces se necesita una vida entera para conseguirlo, echaremos lo que tengamos de cada una. Creo que voy bien con esto.
Una taza de lágrimas de alegría, euforia, risa o felicidad. Puedes echar de una, echar de dos, o de todas. Son importantes porque son la esencia de momentos intensos que todos debemos vivir.
Una taza de lágrimas de tristeza, rabia, decepción o frustración. Igual que las anteriores, gracias a estás lágrimas nuestra masa será más fluida y contribuirá a armonizar los ingredientes. Son necesarias para que la masa tenga la justa cantidad de dulce, gracias a estas lágrimas de tristeza, la felicidad sabe mejor. Tengo muchas lágrimas para elegir, vamos a ver que sale, sorpresa!
Una pizca de picardía. Uf...estamos como antes, o me paso o no llego. Pues nada, a lo loco!!
Dos tazas de optimismo. Con este ingrediente conseguiremos darle color a nuestro pastel. Es un ingrediente maravilloso y sorprendente porque nunca sabes de que color o colores será el pastel, hasta que éste ya se ha horneado. Es un misterio añadido de este pastel, El optimismo nos enseña que el pastel puede salir del color que queramos o de otro aún más bonito. Por supuesto, no incluye color negro, pero si gris.
Un sobre de esperanza. Es un ingrediente fabuloso y mágico, Gracias a este ingrediente, si la masa no se ha hecho del todo bien, hace que mejore todo, desde la textura al sabor, es como el comodín de los ingredientes, Mejor pasarse que quedarse cortos. Por supuesto este pastel, puede hacerse sin esperanza, pero entonces es muy posible le hayas puesto demasiada autoestima, y el pastel quede hecho un churro.
En fin, ahora que ya tengo todos los ingredientes, voy a probar a ver que sale. Es un pastel mágico, de los que suben sin horno, Solo debes dejar la masa resultante de mezclar todos los ingredientes en un molde de la forma que quieras a temperatura ambiente hasta que vaya alcanzando su forma y tamaño. Este proceso puede ser largo o muy corto, dependiendo del ambiente en el que se encuentre, El ambiente debe ser positivo, con buenas energías y vibraciones. Preferiblemente un ambiente de respeto, diálogo, apertura mental, cálido, confortable y seguro. Lo que se llama, un hogar. Si no teneis ningún sitio que podáis llamar hogar, ponedle un extra de esperanza. La tarta tardará mucho tiempo, pero cuando esté lista, sabréis que ha merecido la pena.
Y ahora que por fin tenemos el pastel, vamos a decorarlo.
Necesitamos la esencia de sonrisas. Es un ingrediente con textura caramelizada y pegajosa que se consigue de la energía de tu propia sonrisa y de aquellas que te regalan quienes te rodean. El pastel quedará, si le echas esta esencia, más emocionante y te permitirá, en cuanto te lo comas, ver el mundo como un lugar más amable. Creo que echaré un poco de más, por lo visto ando sobrada de esta esencia.
Una taza de cariño. Mucho, empalaga, poco, no sabe a nada, Hay que echarle bien de cariño para que el glaseado se adapte bien al pastel, y tenga la textura perfecta. También de esto tengo mucho, pero no voy a pasarme, no sería mi pastel...
Empatía e ilusión al gusto. La empatía hará que el pastel sea más grande y puedas compartirlo con quienes quieras. Magia!! Y la ilusión le dará a la tarta un aspecto festivo, infantil, divertido, que hará que comerla sea un placer.
Una vez tenemos el glaseado, lo untamos alrededor de la tarta. Como el glaseado es perfecto para la tarta, se amoldará al instante. Muy muy fácil.
Para concluir, he de decir que la receta es tremendamente flexible, casí le puedes echar cualquier cosa siempre que aciertes con las cantidades. Cada persona tiene dentro de una misma unos ingredientes sí, otros no, mucho de unos, poco de otros, Solo aprendiendo cada día, compartiendo dudas y saberes con los demás, y repitiendo la tarta una y otra vez conseguiremos una tarta tan rica, que nos la comeremos a bocados, sin cubiertos, con las manos, como un niño pequeño rebosante de felicidad.
Ante todo, tranquilos, mientras tengáis esperanza todo irá bien, con este comodin la tarta es mucho más fácil de hacer, y siempre podréis comeros así la vida, salga como salga, porque este pastel no es perfecto, pero si perfectamente imperfecto. Comeos esta tarta como si fuese vuestro ultimo día, como si no hubiese un mañana, disfrutarla y paladearla como si fuera lo único que pudieseis comer, y el sabor es raro, comedla igual, es vuestra y no os queda otra, aunque también os puede ayudar alguien a tragar esa tarta tan amarga. Podéis y debéis aprender qué habéis hecho mal para la próxima vez y volver a intentarlo.
Solo una cosa, cuando tengáis lista vuestra tarta para una vida feliz, no os quedéis esperando delante de la tarta, dudando sobre si estará bien o si engordará mucho, si tardáis demasiado, vendrá otro y se la comerá sin pediros permiso, Así que comete la tarta o compártela, pero no la dejes morir en el fondo del frigorífico.
Mi tarta ha resultado muy rica, con un sabor entre dulce y picante, como a peta zetas en la boca. Es de color verde hierba y el glaseado es rojo, ya que le eché esencia de amor también. No es la tarta perfecta, pero me la voy a comer, ya! No hay tiempo que perder.
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